lunes, 12 de abril de 2021

MI OCASO

                                       


Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!
Autor: Amado Nervo.

jueves, 8 de abril de 2021

EL MARAVILLOSO PODER DE LAS PALABRAS

 

EL MARAVILLOSO PODER DE LAS PALABRAS.
El Maestro Víctor Manuel Cruz Castañón es el autor de este cuento adaptado llamado "Leticia, piojos y cuentos".
Leticia fue mi alumna en la escuela 'Justo Sierra", en plena Sierra. Tenía 11 años de edad. Once años conociendo las carencias y la mugre de la vida. Siempre con la misma ropa, heredada por una tradicional necesidad familiar. Once años batallando con los bichos de día y de noche. Con una nariz que como vela escurría todo el tiempo. Con el pelo largo y descolorido sirviendo de tobogán a los piojos. Aun así, era de las primeras en llegar a la escuela. Tal vez iba por los momentos necesarios para soñar que era lo que no; aunque enfrentara el rechazo y el asco de los demás.
A la hora del trabajo en equipo nadie la quería. No dieron la oportunidad para demostrar qué tan inteligente era: el repudio fue lo que Leticia conoció. Me desconcertaba el hecho de ver que algunos varones con características semejantes a las de Leticia eran aceptados por el resto de las niñas y los niños, pero no ocurría lo mismo con Leticia y las niñas. A mí sólo se me ocurría hacer recomendaciones que nunca fueron atendidas.
En ese tiempo me preguntaba: ¿de qué sirve leer cuentos a esos niños que no han comido?; ¿serviría de algo alimentarlos con fantasías? Yo creía que sí, pero no sabía hasta dónde. Constantemente les brindaba relatos, sobre todo en la mágica hora de lecturas, dos veces por semana. Un día conté "La Cenicienta" y cuando llegué a la parte en que el hada madrina transformó a la jovencita andrajosa en una bella señorita de vestido vaporoso y zapatillas de cristal, Leticia aplaudió frenéticamente el milagro realizado. Había una súplica en su rostro que provocó la burla de los que no tenían la misma capacidad ni la misma necesidad de soñar. Esta vez hubo recomendaciones y regaños.
En otra ocasión, pregunté a mis alumnas y alumnos: ¿qué quieren¬ ser cuando sean grandes? Y el cofre de sus deseos se abrió ante mí: alguien quería ser astronauta, aunque al pueblo ni el autobús llegaba; otros querían ser maestros, artistas o soldados. Cuando le tocó el turno a Leticia, se levantó y con voz firme dijo: “¡Yo quiero ser doctora!" y una carcajada insolente se escuchó en el salón. Apenada, se deslizó en su banca invocando al hada madrina que no llegó.
Mi labor en esa escuela terminó junto con el año escolar. La vida siguió su curso. Después de quince años, regresé por esos rumbos, ya con mi nombramiento de base. Hasta entonces encontré algunas respuestas y otras preguntas. Las buenas noticias me abordaron en autobús, antes de llegar al crucero donde trasbordan los pasajeros que van al otro poblado. Llegaron en la presencia de una señorita vestida de blanco.
-¡Usted es el maestro Víctor Manuel!... , Usted fue mi maestro! –me dijo-
sorprendida y sonriente. El que podía encantar serpientes con las historias que contaba.
Halagado, contesté:
-Ése mero soy yo.
- ¿No me recuerda, maestro? -preguntó, y continuó diciendo con la misma voz firme de otro tiempo- yo soy Leticia ... y soy doctora ...
Mis recuerdos se atropellaban para reconstruir la imagen de aquella chiquilla que en otro tiempo nadie quería tener cerca.
Se bajó en el crucero dejando, como La Cenicienta, la huella de sus zapatillas en el estribo del autobús ... Y a mi con mil preguntas. Todavía alcanzó a decirme: - Trabajo en Parral ... búsqueme en la clínica tal... y se fue …
Un día fui a la clínica que me dijo y no la encontré. No la conocían ni la enfermera ni el conserje. ¡Era demasiada belleza para ser verdad! "Los cuentos son bellos pero no dejan de ser cuentos", me lamentaba. Arrepentido de haber ido, y casi derrotado, encontré a la directora de la clínica y hablé con ella. Lo que me dijo, revivió mi fe en la gente y en la literatura:
-La doctora Leticia trabajaba aquí -me contó-. Es muy humana y tiene mucho amor por los pacientes, sobre todo con los más necesitados.
-Ésa es la persona que yo busco -casi grité.
- Pero ya no está con nosotros-dijo la directora.
-¿Se murió? -pregunté ansioso.
-No. La doctora Leticia solicitó una beca para especializarse y la ganó ... ahora está en Italia.
Leticia sigue aprendiendo más y enseñando sus secretos para luchar. Yo sigo queriendo saber hasta dónde llega el poder de las palabras; ¿cuál es el sortilegio para encantar a las serpientes que jalan a los descobijados?; como profesor, ¿qué puedo hacer para equilibrar la balanza de la justicia social ante casos parecidos?; ¿cuándo empezó el despegue de los sueños de Leticia en cuanto al resto de sus compañeras y compañeros?; ¿dónde radica la fortaleza de las mujeres que superan cualquier expectativa?
Ya no quiero ser el maestro de Leticiacia: Ahora quiero aprender. Quiero que me enseñe cómo evoluciona una oruga hasta convertirse en ángel y, sobre todo, quiero descubrir cuál fue la varita mágica que la convirtió en la Princesa del Cuento.

LOS TRES VENENOS DEL ALMA

 

                                   "LOS TRES VENENOS DEL ALMA"

Buda explicaba que había tres cosas que envenenaban el Alma y son:
"El Apego"
"El Rechazo"
"La ignorancia"..
"EL APEGO"
Nos lleva al aferramiento, a creernos dueños de las cosas y de las personas, de los grupos de trabajo, de los amigos, de los hijos, de la pareja, hasta de los lugares por donde andamos. Así funciona nuestra mente. Así aferrándonos a todo. El apego genera celos, agresiones a los demás por creer que nos van a quitar lo que “creemos” que es nuestro, porque en realidad, nada nos pertenece, ni siquiera somos dueños de nuestro cuerpo, porque hemos de dejarlo atrás en el momento de la muerte.
El apego es fuente de sufrimiento porque desoímos la 1ra Gran Noble Verdad:
"Todo Es Impermanente".. Y si las cosas son Impermanente ¿Qué sentido tiene que nos aferremos a algo que estamos seguros que se va a ir? Ejemplo: Un matrimonio que terminó hace tiempo los hace sufrir por años. Tan solo hay que aceptar que las personas tienen derecho a cambiar de opinión. Como a nosotros mismos: tal vez antes no nos gustaba algo y ahora si nos gusta, y lo contamos con asombro cuando hablamos con los amigos. Decimos: “A mi antes no me gustaba la pizza, y ahora me encanta”. Pues sí, la gente cambia en todo, actitudes, gustos, actividades, opiniones y el amor no es para siempre en algunos. Cuando se le sugiere a la persona que deje ir aquello que NUNCA FUE SUYO el sentimiento de bienestar es indescriptible.
El apego es la principal fuente de sufrimiento y seguiremos analizándolo.
"EL RECHAZO( odio)"
Que lleva a la rabia y al odio. Querer que algo no exista, querer apartar algo de nuestra vida es inútil, porque hagas lo que hagas eso que te molesta va a estar ahí. Tal vez nos moleste ese vecino, pero lejos de entrar en conflicto con esa persona, lo que debemos hacer es averiguar ¿Por qué te causa tanta molestia? ¿Qué cosas estas proyectando en él que son tuyas? Y esas cosas tuyas NO LAS PUEDES ELIMINAR, vas a tener que aprender a convivir con ellas.
El rechazo es la otra fuente de infinito sufrimiento.
"LA IGNORANCIA"
Desconocer las leyes universales. Desconocer que si haces daño, ese daño que haces de alguna manera va a volver a ti mismo. Ignorar la ley del karma, ignorar los tres venenos del alma, y en general no conocer las enseñanzas, constituyen un veneno muy poderoso. Mucha gente piensa: ..“Como aquel sujeto me cae mal, le voy a hacer daño”, en realidad está firmando su propia sentencia. Ese daño que hace lo va a recibir indefectiblemente.
"LO MEJOR SIEMPRE ES MANTENERSE ECUANIME Y OFRECER BUENAS ACCIONES A LOS DEMAS".

jueves, 1 de abril de 2021

EL DESAFIO DE COMUNICAR

                                           EL DESAFÍO DE COMUNICAR

En un colegio de élite estaba ocurriendo una situación inusitada: alumnas que usaban lápiz labial, todos los días besaban el espejo del baño y remover las marcas de lápiz labial era todo un problema. El director estaba bastante molesto, porque el celador tenía un trabajo enorme para limpiar el espejo al final del día. Pero, como siempre, en la tarde siguiente, nuevamente estaban ahí las mismas marcas de lápiz labial.
Un día, el director juntó al bando de alumnas en el baño y les explicó pacientemente que era muy complicado limpiar el espejo con todas aquellas marcas que ellas hacían. Fue una oratoria que duró una hora. Al día siguiente las marcas de lápiz labial en el baño reaparecieron.
Al otro día, el director junto nuevamente al bando de alumnas pero esta vez con el celador presente en el baño y pidió al celador que demostrara la dificultad del trabajo de limpieza. El celador inmediatamente agarró un paño, lo mojó en el agua del inodoro y lo pasó en el espejo. ¡Nunca más aparecieron las marcas en el espejo!
Hay profesores y hay educadores. Comunicar es siempre un desafío. A veces, necesitamos usar métodos diferentes para alcanzar ciertos resultados.
¿Por qué?
Porque la bondad que nunca reprende no es bondad: es pasividad.
Porque la paciencia que nunca se agota no es paciencia: es servidumbre.
Porque la serenidad que nunca se rompe no es serenidad: es indiferencia.
Porque la tolerancia que nunca replica no es tolerancia: es imbecilidad.
El saber lo aprendemos con los libros.
Pero la sabiduría se aprende con la vida.

CAMINANDO EN AMOR PROPIO

                                             CAMINANDO EN AMOR PROPIO "En marzo de 2019, mi novia terminó conmigo. Me quedé sin en...